De Entretenimiento

Mes de Mayo. La Devoción a María

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Devoción a María.

Celebre el mes de Mayo con nosotros
Archivo pdf pequeño
Archivo pdf grande con
oraciones para cada día
del mes de mayo

Preparémonos para celebrar con alegría y amor el Mes de Mayo en honor a la Virgen María   

Celebre el mes de Mayo día a día con nosotros. (click aquí)  

  La devoción a María no es algo de lo que se puede prescindir. ¡Es una necesidad! Porque María ha sido asociada indisolublemente por Dios a la obra de la salvación realizada por su Hijo. María dio al Hijo de Dios “el instrumento” con el que pudo realizar la salvación; instrumento que no era otro que el de su santísima Humanidad. Dios, que tenía que hacerse hombre para salvar al hombre, no se hubiera hecho tal sin la cooperación, libre y responsable, de María.

   Los cristianos tienen una santa intuición para comprender que han de estar cerca de María y que el mes de mayo es una oportunidad de oro para honrarla, meditarla e implorarla. Hay muchos modos de hacerlo. Uno muy sencillo es ofrecer flores a la Virgen. La gente regala flores a las personas que ama. Esa muestra de cariño, puede convertirse –y de hecho se convierte en tantas ocasiones- en una altísima oración.

   Mayo ofrece también la oportunidad de reflexionar y meditar en los grandes momentos de la Virgen María y en sus dogmas principales. Los misterios principales de María son: la Anunciación –momento cumbre de la historia-, la Visitación a su prima Santa Isabel, el Nacimiento de Jesús, la búsqueda del Niño perdido y hallado en el Templo de Jerusalén, las bodas de Caná y al pie de la Cruz. Los grandes dogmas marianos son: su Maternidad divina, su Inmaculada Concepción, su perpetua Virginidad y su Asunción a los cielos.

   El mes de Mayo es un espacio de tiempo suficientemente amplio para darle vueltas a las principales virtudes de la Virgen María y tratar de llevarlas a nuestra vida. María fue una mujer que vivió siempre cerca de Dios. Una mujer humilde, piadosa, trabajadora, olvidada de sí misma para darse a los demás, servicial, entregada al cuidado de su esposo san José. Supo aceptar siempre con docilidad lo que Dios le pedía, aunque no lo entendiera. Consagró su vida: sus proyectos, sus afanes, su tiempo a Jesús. Y todo ello, dentro de un esquema de vida sumamente sencillo.