Santa Teresita del Niño Jesús (1 de octubre)
Esta fiesta se celebra el día 1 de octubre en el Santoral Moderno y el 3 de octubre en el Santoral Tradicional
María Francisca Teresa nació el 2 de Enero de 1873 en la ciudad de Alenson, Francia. Hija de Luis Martín, quién era relojero, y de Celia Guerín, quien era costurera. Tuvo una infancia feliz y ordinaria, llena de buenos ejemplos. Teresita era viva e impresionable, pero no particularmente devota.
En 1877, cuando Teresita tenía cuatro años, murió su madre. Su padre vendió su relojería y se fue a vivir a Lisieux donde sus hijas estarían bajo el cuidado de su tía, la Sra. Guerin, que era una mujer excelente. Las hermanas de Teresita eran Paulina, María, Leonia y Celina. La que dirigía la casa era María y Paulina que era la mayor se encargaba de la educación religiosa de sus hermanas. Pero de todas ellas, Celina era su hermana preferida, con solo tres años de diferencia se entienden muy bien.
Cuando Teresita tenía 9 años, Paulina ingresó al convento de las carmelitas. Desde entonces, Teresita se sintió inclinada a seguirla por ese camino. Era una niña afable y sensible y la religión ocupaba una parte muy importante de su vida.
Cuando Teresita tenía catorce años, su hermana María se fue al convento de las carmelitas igual que Paulina. La Navidad de ese año, tuvo la experiencia que ella llamó su “conversión”. Dice ella que apenas a una hora de nacido el Niño Jesús, inundó la oscuridad de su alma con ríos de luz. Decía que Dios se había hecho débil y pequeño por amor a ella para hacerla fuerte y valiente.
Al año siguiente, Teresita le pidió permiso a su padre para entrar al convento de las carmelitas y él dijo que sí. Las monjas del convento y el obispo de Bayeux opinaron que era muy joven y que debía esperar.
Algunos meses más tarde fueron a Roma en una peregrinación por el jubileo sacerdotal del Papa León XIII. Al arrodillarse frente al Papa para recibir su bendición, rompió el silencio y le pidió si podía entrar en el convento a los quince años. El Papa quedó impresionado por su aspecto y modales y le dijo que si era la voluntad de Dios así sería.
Teresita rezó mucho en todos los santuarios de la peregrinación y con el apoyo del Papa, logró entrar en el Carmelo en Abril de 1888. Al entrar al convento, la maestra de novicias dijo; “Desde su entrada en la orden, su porte tenía una dignidad poco común de su edad, que sorprendió a todas las religiosas.” Profesó como religiosa el 8 de Septiembre de 1890. Su deseo era llegar a la cumbre del monte del amor.
Teresita cumplió con las reglas y deberes de los carmelitas. Oraba con un inmenso fervor por los sacerdotes y los misioneros. Debido a esto, fue nombrada después de su muerte, con el título de patrona de las misiones, aunque nunca había salido de su convento.
Se sometió a todas las austeridades de la orden, menos al ayuno, ya que era delicada de salud y sus superiores se lo impidieron. Entre las penitencias corporales, la más dura para ella era el frío del invierno en el convento. Pero ella decía “Quería Jesús concederme el martirio del corazón o el martirio de la carne; preferiría que me concediera ambos.” Y un día pudo exclamar “He llegado a un punto en el que me es imposible sufrir, porque todo sufrimiento es dulce.”
En 1893, a los veinte años, la hermana Teresa fue nombrada asistente de la maestra de novicias. Prácticamente ella era la maestra de novicias, aunque no tuviera el título. Con respecto a esta labor, decía ella que hacer el bien sin la ayuda de Dios era tan imposible como hacer que el sol brille a media noche.
Su padre enfermó perdiendo el uso de la razón a causa de dos ataques de parálisis. Celina, su hermana, se encargó de cuidarlo. Fueron unos años difíciles para las hijas. Al morir el padre, Celina ingresó al convento con sus hermanas.
En este mismo año, Teresita se enfermó de tuberculosis. Quería ir a una misión en Indochina pero su salud no se lo permitió. Sufrió mucho los últimos 18 meses de su vida. Fue un período de sufrimiento corporal y de pruebas espirituales. En junio de 1897 fue trasladada a la enfermería del convento de la que no volvió a salir. A partir de agosto ya no podía recibir la Comunión debido a su enfermedad y murió el 30 de Septiembre de ese año. Fue beatificada en 1923 y canonizada en 1925. Se le presenta como una monja carmelita con un crucifijo y rosas en los brazos. Ella decía que después de su muerte derramaría una lluvia de rosas.
El culto a esta santa comenzó a crecer con rapidez. Los milagros hechos gracias a su intercesión atrajeron a atención de los cristianos del mundo entero.
Escribió el libro “Historia de un alma” que es una autobiografía. Escribe frases preciosas como éstas en ese libro: “Para mí, orar consiste en elevar el corazón, en levantar los ojos al cielo, en manifestar mi gratitud y mi amor lo mismo en el gozo que en la prueba.”; “Te ruego que poses tus divinos ojos sobre un gran número de almas pequeñas.” Teresita se contaba a sí misma entre las almas pequeñas, decía “Yo soy un alma minúscula, que sólo puede ofrecer pequeñeces a nuestro Señor.”
¿Qué nos enseña Santa Teresita?
- Nos enseña un camino para llegar a Dios: la sencillez de alma. Hacer por amor a Dios nuestras labores de todos los días. Tener detalles de amor con los que nos rodean. Esta es la “grandeza” de Santa Teresita. Decía: “Quiero pasar mi cielo haciendo el bien en la tierra”. El secreto es reconocer nuestra pequeñez ante Dios, nuestro Padre. Tener una actitud de niño al amar a Dios, es decir, amarlo con simplicidad, con confianza absoluta, con humildad sirviendo a los demás. Esto es a lo que ella llama su “caminito”. Es el camino de la infancia espiritual, un camino de confianza y entrega absoluta a Dios.
- Nos enseña a servir a los demás con amor y perfección viendo en ellos a Jesús. Toda su vida fue de servicio a los demás. Ser mejores cada día con los demás en los detalles de todos los días.
- Nos enseña a tener paciencia ante las dificultades de la vida. Su enfermedad requirió de mucha paciencia y aceptación. Sólo estando cerca de Dios el sufrimiento se hace dulce.
- Nos enseña a tener sentido del humor ante lo inevitable. Dicen que durante la meditación en el convento, una de las hermanas agitaba su rosario y esto irritaba a Santa Teresita. Decidió entonces en lugar de tratar de no oír nada, escuchar este ruido como si fuera una música preciosa. En nuestras vidas hay situaciones o acciones de los demás que nos molestan y que no podemos evitar. Debemos aprender a reírnos de éstas, a disfrutarlas porque nos dan la oportunidad de ofrecer algo a Dios.
- Nos enseña que podemos vivir nuestro cielo en la tierra haciendo el bien a los que nos rodean. Actuar con bondad siempre, buscando lo mejor para los demás. Esta es una manera de alcanzar el cielo.
- Nos enseña a ser sencillos como niños para llegar a Dios. Orar con confianza, con simplicidad. Sentirnos pequeños ante Dios nuestro Padre.
Frases célebres de Santa Teresita
- "Para mí, la Oración es un impulso del corazón, una simple mirada dirigida al cielo, un grito de agradecimiento y de amor, tanto en medio del sufrimiento como en medio de la alegría. En una palabra es algo grande, algo sobrenatural que me dilata el alma y me une a JESÚS."
- "Lo que me impulsa a ir al Cielo es el pensamiento de poder encender en amor de Dios una multitud de almas que le alabarán eternamente."
- "Mi caminito es el camino de una infancia espiritual, el camino de la confianza y de la entrega absoluta."
- "Quisiera yo también encontrar un ascensor para elevarme hasta Jesús, porque soy demasiado pequeña para subir la dura escalera de la perfección".
- "En el lavadero mi compañera de trabajo sacudía la ropa con tal fuerza que me salpicaba de jabón la cara. Esto me hacía sufrir, pero jamás le dije nada al respecto, y así ofrecía este pequeño sacrificio por los pecadores."
- "Yo nunca aconsejo nada a nadie sin haberme encomendado a la Virgen Santísima. Ella es la que hace que las palabras que digo tengan eficacia en los que las escuchan".
- "La vida es un instante entre dos eternidades."
- "¡Qué grande es el poder de la oración! Se diría que es una reina que en todo momento tiene acceso directo al rey y puede conseguir todo lo que le pide."
- "Se sabe muy bien que la Santísima Virgen es la Reina del Cielo y de la Tierra, pero es más Madre que Reina."
- "Yo no muero, entro en la vida."
- "No poseo el valor para buscar plegarias hermosas en los libros; al no saber cuales escoger, reacciono como los niños; le digo sencillamente al buen Dios lo que necesito, y Él siempre me comprende."
- "La Santísima Virgen me demuestra que nunca deja de protegerme. Enseguida que la invoco, tanto si me sobreviene una inquietud cualquiera, un apuro, inmediatamente recurro a ella, y siempre se hace cargo de mis intereses como la más tierna de las Madres."
- "¡Oh María! Si yo fuese la Reina del Cielo y Vos fueseis Teresa, yo querría ser Teresa a fin de que Vos fueseis la Reina del Cielo."
- "Dios mío, yo lo quiero todo, yo te quiero a Ti. Quiero ser santa, pero no a medias, sino completamente".
- "Santo Padre, como regalo de su Jubileo o Bodas de Oro sacerdotales, concédame la gracia de entrar de hermana Carmelita a los 15 años".
- "Los tres años de martirio de nuestro padre, que lo fueron también para nosotras sus hijas, fueron quizás los más ricos en méritos y los más fructuosos para la eternidad en nuestra vida, y yo no los cambiaría por los éxtasis más sublimes".
- "Quisiera poder dar mi vida por Jesucristo, como Santa Inés, y si Dios no quiere que sacrifique mi vida derramando como ella mi sangre, quiero hacer de mi existencia un sacrificio continuo por amor del Señor".
- "Una religiosa que estaba a mi lado me fastidiaba moviendo su enorme rosario durante la oración. Y jamás le advertí esta molestia que me proporcionaba, sino que más bien ofrecí este sufrimiento a Dios como una música que acompañara mi oración".
- "No sé. Debe ser porque me considero siempre muy pequeña y muy necesitada. Yo estoy siempre ante Dios como quien no vale nada de por sí y todo lo necesita obtener de la ayuda divina".
- "Este oficio de formar personas es muy difícil en la práctica. Y lograr que cambien y que amen de veras a Nuestro Señor, si no es con la ayuda de Dios, sería tan imposible como querer que el sol brille a medianoche".
- "El Amor de los amores vendrá ya muy pronto a llevarme al paraíso".
- "Teresita, ya que sufre tanto al caminar, no camine más", y ella le responde: "Sigamos. Es que cada paso doloroso que doy lo ofrezco por un misionero que esté en peligro de desanimarse de su vocación".
- "Siempre he ofrecido a Dios amor y sólo amor, y Dios me pagará con amor".
- "Después de mi muerte derramaré una lluvia de rosas. Quiero pasar al cielo haciendo bien a la tierra".
- "Buscaba en la Sagrada Escritura cuál sería el mejor método para agradar a Dios, hasta que al fin descubrí en la segunda carta de San Pablo a los Corintios, capítulo 13: "Si yo no tengo amor, nada soy".
- “Descubrí que mi oficio en la Iglesia era el amor: amar a Dios con todo el corazón y con toda al alma, y sobre todas las cosas, y amar al prójimo como uno se ama a sí mismo”.
- "Nunca había imaginado que yo pudiera llegar a sufrir tanto".
- "Si no puedo ser mártir como Santa Inés derramando mi sangre, que logre ser mártir sufriendo todo por amor a Jesucristo".
- "No me arrepiento de haberme dedicado a amar a Dios"
- “Las inspiraciones más sublimes no son nada sin las obras.”
- ¡Cuántas veces escribía sobre la caridad y, cuán a menudo, me venían a molestar!
- “Es verdad que deseaba sufrir mucho por Dios y es verdad que lo deseo todavía”.
- “Si no quieren oír la verdad, que no vengan a buscarme”.
- “Todos los sermones que he oído de la Virgen María me han dejado fría. ¡Cuánto me habría gustado ser sacerdote para poder hablar de Ella”.
- “No, yo no soy una santa, yo no he hecho jamás las acciones de los santos. Yo soy un alma pequeñita a la que nuestro Señor ha colmado de gracias”.
- “Veía hace un poco, el sol poniente, que arrojaba sus últimos resplandores sobre la naturaleza, y las cimas de los árboles aparecían completamente doradas. Entonces me he dicho: así aparece mi alma completamente brillante y dorada, porque está expuesta a los rayos del amor. Si el sol divino dejara de enviarme sus resplandores, yo quedaría inmediatamente oscura y entre tinieblas”.
- “A Dios sólo habrá que resaltar, pues en mí, pobrecilla, nada, nada hay que se pueda resaltar”.
- “Nuestro Señor me ha cargado de gracias para mí, y para muchos otros”.
- “Ofrecerse como víctima al Amor es ofrecerse a todas las angustias, pues en el amor no se vive sin dolor”.
- “Sólo Jesús me ha enseñado. Ningún libro de teología me ha instruido, y sin embargo, yo sé en el fondo de mi corazón que estoy en la verdad”.
- “Los directores espirituales hacen adelantar en la perfección imponiendo un gran número de actos de virtud, y tienen razón; pero mi director, que es Jesús, no me enseña a contar mis actos. Jesús me enseña a hacerlo todo por amor, a no negarle nada. Jesús es quien lo hace todo. Yo no hago nada”.
- “A Jesús jamás le he oído hablar; pero sé que está en mí. A cada instante El me inspira y me guía”.
- “Yo estoy cierta de que nuestro Señor no enseñaba nada más a sus apóstoles por sus instrucciones y presencia sensible de lo que a nosotros mismos nos enseña por las inspiraciones de su gracia”.
- “La caridad entró en mi corazón, a par del propósito de olvidarme siempre de mí misma, y desde entonces he sido feliz”.
- “La flor que va a contar su historia se regocija de tener que publicar las absolutamente inmerecidas gracias de Jesús para con ella… Él ha querido, en su amor, preservarla del soplo envenenado del mundo”.
- “Yo me he dado inmediatamente cuenta de mis faltas”.
- “Un sermón sobre la Pasión de Nuestro Señor fue el primero que entendí y me impresionó profundamente. Tenía entonces cinco años y medio”.
- “Yo me aplicaba sobre todo a actos de virtud pequeños y bien ocultos. Así me gustaba plegar las capas que las hermanas dejaban olvidadas y buscaba mil ocasiones para prestarles algún servicio”.
- “He notado que las religiosas más santas son las más queridas”.
- “Yo veo siempre el lado bueno de las cosas. Hay quienes lo toman todo del modo que les cause más pena. A mí me sucede lo contrario”.
- “Hay que ganarse a Jesús a fuerza de ternura; así es como yo me lo he ganado y por eso seré tan bien recibida”.
- “Yo siempre he procurado no buscarme en nada a mí misma”.
- “Una mirada a Jesús y el reconocimiento de la propia nada, lo reparan todo”.
- “Los que corremos por el camino del amor, creo que no hemos de pensar en lo que de doloroso pueda sucedernos en lo por venir, porque eso es falta de confianza en Dios”. “Deberíamos vivir en “nuestro convento”, como si sólo hubiéramos de pasar en él dos días”.
- “Los que corremos por el camino del amor no hemos de inquietarnos por nada”.
- “El cristiano, cuyo corazón está lleno de la voluntad de Dios, no necesita reflexionar sobre lo que tiene que hacer en cada momento; le basta con mirar cuál es la voluntad de Dios”.
- “Si yo no sufriera de minuto en minuto, me sería imposible tener paciencia”.
- “Nuestro Señor me da justo lo que puedo llevar”.
- “Estoy muy contenta de no haber pedido a Nuestro Señor el sufrimiento; de este modo está obligado a darme valor”.
- “Mi vida es un instante, una hora pasajera, mi vida es un momento que escapa fugitivo: Tú lo sabes, Dios mío, para amarte en la tierra no tengo más que hoy”.
- “He notado que muy a menudo Jesús no quiere darme provisiones, sino que en cada instante me alimenta con el manjar que necesito”.
- “Jesús mismo, que está oculto en el fondo de mi pobrecillo corazón, obra en mí de manera misteriosa y me inspira todo lo que quiere que haga en el momento presente”.
- “Quiero gozar del sentimiento de Dios que me da ahora. Siempre habrá tiempo para sufrir lo contrario”.
- “Yo pasaré mi cielo sobre la tierra hasta el fin del mundo. Sí, quiero pasar mi cielo haciendo el bien sobre la tierra… No, yo no podré tener descanso hasta el fin del mundo y en tanto hubiere almas que salvar”.
- “Nuestro Señor no me daría este deseo de hacer el bien sobre la tierra después de mi muerte, si no me lo quisiera cumplir; me daría más bien deseo de descansar en Él”.
- “¡Qué desgraciada sería en el cielo, si no me fuera posible dar pequeños gustos en la tierra a aquellos a quienes amo!”.
- “A veces me pregunto ¿cómo se puede ser feliz sin sufrir?”.
- “¡Jesús, Jesús! Si tan delicioso es el deseo del amor ¿qué será, pues, poseerlo y gozar de él eternamente?”
- "A Dios no le dejaré parar hasta que me conceda todo lo que quiero".
- "Todo lo que siempre he hecho ha sido para agradar a Dios y para salvarle almas".
- "Jamás he comprendido tan bien el amor con que Jesús nos recibe cuando le pedimos perdón después de una falta. Si yo, su pobrecilla criatura, he sentido tanta ternura para con V.C. en el momento que ha vuelto a mí ¿qué debe pasar en el corazón de Dios, cuando nos volvemos a Él?"
- "Si yo vengo a conocer en la hora de mi muerte cuán bueno es Dios, cómo me quiere colmar de ternura durante toda una eternidad, y yo no puedo demostrarle la mía por medio de un sacrificio, ¡qué imposible me sería entonces soportar eso, si no hubiera hecho en la tierra todo lo que me mi mano estaba para darle gusto!"
- "Yo creo que los bienaventurados tienen una gran compasión de nuestras miserias. Ellos se acuerdan de que, siendo frágiles y mortales como nosotros, cometieron las mismas faltas, sostuvieron los mismos combates, y su ternura fraternal se hace aún más grande de lo que era sobre la tierra, y por eso no cesan de protegernos y de rogar por nosotros".
- "Nuestro Señor me ha colmado de gracias... para bien de muchos".
- "Del Evangelio saco todo lo que necesito para mi pobre almita. En él descubro continuamente nuevas luces, sentidos ocultos y misteriosos".
- "Yo no hallo nada útil en los libros. El Evangelio sólo me basta".
- "Quiero buscar un medio de ir al cielo por un camino muy recto, muy corto, por un caminito completamente nuevo; ...por un camino que sustituya la ardua escalera de la perfección".
- "Pedí a los Libros Santos que me enseñaran este Caminito. Aquí encontré las respuesta: "Si alguno es pequeñito, venga a mí" (Prov. 9, 4). "Como
- una madre acaricia a su hijo, así os consolaré yo. Yo os llevaré sobre mi seno, y sobre mis rodillas os meceré" (Is. 66, 13)
- "¡Oh Jesús mío! Yo creo que no podéis colmar un alma de más amor del que habéis colmado la mía".
- "¡Oh Jesús mío! Me atrevo a suplicaros que améis a aquellos que vos me habéis dado con el mismo amor con que me habéis amado a mí".
- "La santísima Virgen ha venido hasta mí! ¡Me ha sonreído! ¡Qué feliz soy! Pero no se lo diré a nadie porque si lo hiciera, mi dicha desaparecería".
- "Como dos meses antes de su muerte, escribiendo su autobiografía, el lápiz se desliza. de pura fatiga, de entre los dedos de la enferma gravísima, es su hermana Paulina quien lo recoge y quien, desde ese momento, abiertamente ante los ojos de la moribunda, va consignando, como oráculos, cada palabra que sale de su boca" ("Teresa de Lisieux", de H.U. von Balthasar).
- "Pensando entonces que yo había nacido para la gloria y pensando en el modo de llegar a ella, me fue revelado íntimamente que mi gloria no aparecía jamás a los ojos de los mortales, sino que consistiría en hacerme santa".
- "La santidad no está en esta o la otra práctica, sino que consiste en una disposición del corazón que nos hace humildes y pequeños entre los brazos de Dios, conscientes de nuestra propia debilidad y confiar, audaces, en su bondad de padre".
- "Dios mío, ya es demasiado, yo soy demasiado feliz, así no es posible ir al cielo, Yo quiero sufrir algo por Vos..."
- "En el Carmen fue, al tiempo de nuestras grandes pruebas con ocasión de la enfermedad mental de nuestro padre, cuando Teresa se unió más estrechamente a los misterios de la Pasión. Entonces fue también cuando obtuvo el permiso de añadir a su nombre el de la santa Faz".
- "Desde mis tres años, no le he negado a Dios ningún deseo".
- "Por amor soy capaz de hacer cosas que sin amor sería imposible".
- "Es menos amargo ser roto por un pecador que por un justo; sin embargo, por compasión hacia los pecadores, para obtener su conversión, yo te pido, Dios mío, ser rota, por amor de ellos, por las almas justas que me rodean".
- "Si el demonio trata de ponerme delante de los ojos los defectos de esta o de la otra hermana, yo me apresuro a rebuscar sus virtudes y sus buenos deseos".
- "No basta con amar, también hay que demostrarlo".
- "Cuando el divino Maestro me dice que dé a todo el que me pida y que me deje quitar lo que me pertenece, pienso que no habla solamente de los bienes de la tierra, sino que comprende también los bienes del cielo. Por lo demás, ni los unos ni los otros son míos. A los primero he renunciado por el voto de pobreza, y los segundos me han sido igualmente dados por Dios, que puede quitármelos, sin que tenga derecho a quejarme".
- "Teresa ve, en el fondo del alma ajena, más profundamente que todo lo que es turbio y repugnante, la faz escondida del Salvador".
- "Si la tela pintada por el artista pudiera pensar y hablar... no envidiaría la suerte del pincel, sabiendo que la belleza que la adorna no se la debe al pincel, sino al artista que lo dirige. El pincel, por su parte, no podría enorgullecerse de la obra maestra ejecutada por su medio, pues no ignoraría que los artistas juegan con las dificultades y que, a veces, por gusto, se valen de instrumentos más flacos y defectuosos."
- "Lo que atrae las luces y la ayuda de Dios para guiar y consolar a las almas es no contar las penas personales para aliviarse uno mismo".
- "He visto, que todas las almas tienen, poco más o menos, los mismos combates; y que, por otra parte, hay entre ellas una extrema diferencia. Esta diferencia obliga a no atraerlas a Dios de la misma manera".
- "Yo me comparo a un platito que Nuestro Señor llenó de toda suerte de cosas buenas. Todos los gatitos acuden a tomar su parte".
- "Una flor bella no ha sido hecha para deleite de sí misma, sino de todo aquel que la mira".