Cuentos con moraleja: "De cómo Dios elige y da una vocación"
Un mesonero buscaba una vasija para un estimado cliente.
-Elígeme a mí -grita una copa dorada-. Brillo y estoy reluciente. Mi belleza y lustre superan a los de todas los demás. ¡El oro es lo mejor!
El mesonero siguió inspeccionando sin decir una sola palabra.
Se quedó mirando una copa plateada de silueta curvilínea y alta:
-Estaré en tu mesa siempre que te sientes a comer. Mi diseño es elegante. Además, la plata viste mucho.
Sin prestar mayor atención a lo que oía, el mesonero puso sus ojos en una copa de bronce. Estaba pulida, y además era amplia y poco profunda: