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Domingo XXXI del T.O. (C) (30 octubre 2022)

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Domingos y Festivos.

zaqueo

Lucas  19: 1 - 10

 Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un hombre llamado Zaqueo, que era jefe de publicanos, y rico.

 Lo primero que nos llama la atención en este pasaje es el interés de este hombre rico de la ciudad por ver a Jesús. La riqueza puede llegar a ser un obstáculo para buscar a Jesús. Normalmente el rico está más preocupado en aumentar su riqueza que su fe. Pero por lo visto, en el caso de Zaqueo era bastante diferente.

Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura.

Parece ser que la mucha gente y su poca estatura eran los obstáculos reales para acercarse a Jesús. Estos dos obstáculos son bastante frecuentes en todos nosotros: nuestra poca estatura moral que nos hace buscar las cosas materiales más que las espirituales. Y la gente que nos rodea. Para poder ver a Jesús es más fácil separarse de la gente, buscar un lugar silencioso y solitario. La mucha gente suele distraernos con su ruido, sus preocupaciones, sus críticas... Para poder contactar con Jesús es mejor estar solo.

Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verle, pues iba a pasar por allí.  Y cuando Jesús llegó a aquel sitio, alzando la vista, le dijo: «Zaqueo, baja pronto; porque conviene que hoy me quede yo en tu casa.» 

Si nosotros tenemos verdadero interés por conocer y ver a Jesús, será Él mismo el que se nos acerque y facilite el camino. No olvidemos que por mucho que nosotros queramos amarle, Él nos ama más.

Se apresuró a bajar y le recibió con alegría. 

El corazón de Zaqueo se aceleró al ver y oír a Jesús. No perdió tiempo cuando oyó la invitación del Señor. Automáticamente su corazón se llenó de alegría. Y es que lo que más feliz hace al hombre el oír a Jesús decir esas palabras: "hoy quiero quedarme en tu casa". ¡Qué maravilla el poder tener al Señor tan cerca de nosotros!

Al verlo, todos murmuraban diciendo: «Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador.»

No faltaron las críticas de la gente a Jesús. Todos sabían quién era Zaqueo: un pecador. Pero a Jesús no le importaba. Además, ¿quién puede decir que no es pecador delante de Jesús? El Señor también espera encontrarse contigo y conmigo. También Jesús quiere quedarse en nuestra casa. "Señor, no soy digno de que entres en mi casa pero una palabra tuya bastará para sanarme".

 Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: «Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres; y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo.»

La auténtica conversión siempre ha de producir en nosotros un cambio rotundo en nuestra forma de ser y de actuar. Desde el momento en que nos decidimos a seguir al Señor nuestra conducta ha de ser ya similar a la suya. Hemos de actuar, pensar, vivir, amar... como Cristo.

 Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido.»  

Puede que también nosotros estemos "perdidos". Si ése el caso, Jesús también ha venido a buscarnos a nosotros. ¿Qué estamos esperando para responderle?