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Domingo V del T.O. (A) (5 de febrero de 2023)

Escrito por P. Carlos Prats. Publicado en Domingos y Festivos.

luzdelmundo C“Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se la salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. ”

Después de habernos dicho el Señor en el Sermón de la Montaña (Mt 5: 1-12) lo que ha de hacer su discípulo para ser feliz y bienaventurado, ahora nos dice qué es lo que Él espera de nosotros: “Vosotros sois la sal de la tierra y la luz del mundo”.

La sal sirve para dar sabor y preservar de la corrupción a los alimentos. El cristiano ha de ser quien dé sabor y sentido a la vida del hombre sobre la tierra. Su forma de vivir y pensar ha de sazonar el mundo en el que vive. Y al mismo tiempo preservará al mundo de la corrupción.

Hoy vemos cómo el mundo ha entrado en una espiral de corrupción y sinsentido cada vez más profundos. La virtud se abandona; y lo que es vicio y pecado se ha transformado en paradigma que guía a los jóvenes y mayores  en su modo de pensar y comportarse.  Ya no es la fe lo que informa y da sabor a la vida de los hombres, sino el pecado y la corrupción. Y es que si “la sal se vuelve sosa, ¿con qué la salarán? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres.” Quizá sea esa la razón por la cual la religión ha sido abandonada por muchos. Cuando la sal ya no cumple su función, lo único que le queda es ser pisada por los hombres

El discípulo ha de ser también “luz que guíe al mundo”. Esa luz no ha de esconderse, sino brillar delante de los hombres, para que el hombre encuentre el camino y no ande en tinieblas. Pero como el mismo Señor también nos dice: “La luz vino al mundo, pero el mundo prefirió las tinieblas”. A pesar de que el mundo nos rechace y no nos acepte como su luz, hemos de seguir actuando como guías, pues siempre habrá buenos hombres que busquen el buen camino; y  que guiados por nuestra luz “glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos”.