XXI Domingo del T.O. (A) (27 agosto 2023)
(Mt 16: 13-20)
San Pedro es quien recibe la misión directamente de Jesucristo de llevar adelante la Iglesia. Cristo le entregó personalmente esa potestad. Y queda claramente definido que lo que él, Pedro, ate o desate, quedará atado o desatado en el cielo.
1. Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia
Cristo no dice: "sobre estas piedras" edificaré mi Iglesia. San Pedro es el garante, el guardián de las llaves. Esta es una clara invitación a renovar nuestro amor incondicional al Santo Padre, vicario de Cristo en la tierra. Es el puente (pontífice) que nos lleva a Dios. Gran certeza gozamos al tener un guía asistido por el Espíritu Santo para llevar adelante a la Iglesia.
2. Las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella
A pesar de los contratiempos y de los azotes del mal tenemos la promesa de Cristo: "las puertas del infierno no pueden vencer". No pueden vencer ni en mi vida, ni en la vida de la Iglesia. El mal está presente en nuestro mundo, en nuestra vida misma, pero con Dios siempre hay un modo de vencer con el bien. La promesa de Cristo se hace presente día a día, no puede prevalecer el mal.
3. Lo que ates quedará atado, y lo que desates, desatado
En estas palabras vemos expresado el sacramento de la confesión. El sacerdote ata o desata (perdona o no) los pecados cuando le son manifestados por el penitente. La Iglesia es depositaria de este poder de otorgar perdón en el nombre de Dios. ¡Cómo no aprovechar este gran don que: nos devuelve la gracia si la hemos perdido, reconforta el alma, acrecienta la gracia, nos ayuda a ser perfectos...
¿Confiamos plenamente en estas palabras de Cristo? ¿O ya nos suenan como algo lejano e incomprensible?